Es evidente que vivimos desde hace años una revolución tecnológica que nos obliga a cambiar nuestros hábitos de vida en breves periodos de tiempo. Lo que antes tardaba años en producirse. La digitalización ha llegado a operaciones del día a día con lo cual estamos obligados a adaptarnos a las nuevas tecnologías.
En el campo de la educación la revolución ha sido total creando nuevas formas de enseñar y aprender. Conocer las posibilidades que da el medio digital es determinante a la hora de crear nuevos recursos y apoyarse en nuevos medios para una comunicación y un aprendizaje que puede llegar a ser muy efectivo. Soportes multimedia han conseguido gracias a sus características crear nuevos contenidos y más completos. Vídeos, fotos, audios infografías, modelados y textos no deben hacer otra cosa que reforzar el mensaje.
Otro elemento clave es la interacción nos permite no ser elementos meramente pasivos receptores de información, nos permite una comunicación en dos direcciones. En mi opinión cuanta más interactividad haya más información y más efectiva será la comunicación y por tanto el aprendizaje.
Podría decirse que todo lo que he comentado anteriormente son ventajas que nos proporcionan los nuevos medios de comunicación, capaces de soportar recursos antes inimaginables, frente a los tradicionales o complementando éstos. Pero no siempre es así. La adaptación o adquisición de nuevos hábitos es algo no se da por igual en toda la sociedad, esto depende de variables sociales, culturales, económicas y generacionales. La educación en estos nuevos medios tecnológicos es fundamental para que nadie quede atrás y que esa “brecha digital” sea lo menos pronunciada posible.
Repasando los comentarios de los compañeros se puede observar que hay una clara inclinación positiva hacia una adquisición de la competencia digital, pero con ciertas precauciones y me parece del todo acertada esta posición. A mi modo de ver, nos centramos demasiado en las herramientas y poco en la filosofía de las herramientas, sean estas digitales o no. Creo que habría que educar desde una perspectiva desde la que se entendiera el objetivo del aprendizaje, que confluyeran competencias personales, profesionales, sociales y que para ello se utilizaran métodos y recursos que pueden ser digitales o no.
Podemos caer en la equivocación de supeditar el conocimiento a la tecnología o, dicho de otro modo, enseñar solo aquello que somos capaces de transmitir con las nuevas tecnologías. Deberíamos plantearnos si por el mero hecho de aplicarlas estamos olvidando lo verdaderamente importante que son los conocimientos que debemos transmitir. Veo peligro en centrarnos demasiado en los métodos tecnológicos y que esto nos haga perder el objetivo fundamental.
Como detalle para tener en cuenta en los comentarios de los compañeros, alguno hacía referencia a los correctores de texto como algo beneficios para alumnos con dislexia. Yo no soy experto y, por lo tanto, no puedo valorar si éstos son buenos o no para este tipo de alumnos, lo que sí he constatado entre mis alumnos es que el uso del corrector les hace confiar en los criterios ortográficos de éste y comenten errores debido a ello. Este detalle pone en evidencia que el confiar y delegar ciertas actividades en la tecnología puede hacer que ésta decida por nosotros (bien o mal) y nosotros vayamos quedando al margen, que cada vez ejercitemos menos nuestro cerebro y memoria dejando decisiones importantes a máquinas. Este es el peligro de la tecnología.
Hacer comprender al alumno cuáles son los objetivos y que para alcanzar éstos se van a utilizar determinadas herramientas tecnológicas lo creo fundamental. El manejo de estas herramientas se olvida en poco tiempo o incluso se cambia de la noche a la mañana, lo cual nos deja incompetentes digitales de nuevo. La filosofía de su utilización se asienta durante más tiempo y nos ayuda a comprender las herramientas presentes y las futuras.